Los militares de Burkina Faso anunciaron el día de ayer 24 de enero, por televisión que tomaron el poder tras un alzamiento en el país africano debido a las críticas al presidente por su fracaso para contener el auge de los yihadistas.
Los golpistas con uniforme de camuflaje anunciaron en la televisión el “fin del mandato” del presidente Roch Marc Christian Kaboré, tras un motín que comenzó el domingo.
En el mensaje, los soldados alzados también anunciaron el cierre de las fronteras y prometieron un “retorno al orden constitucional” en un plazo “razonable”.
Antes del anuncio, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió la “liberación inmediata” de Kaboré, un mensaje que también efectuó la Unión Europea (UE). La Unión Africana había condenado lo que era en ese momento un “intento de golpe de Estado”.
El derrocamiento del presidente Roch Kaboré es el cuarto golpe en África Occidental en los últimos 17 meses.
Claves de lo que sucede en Burkina Faso
Al igual que en Mali, la destitución de Kaboré se originó en el creciente descontento entre las fuerzas de seguridad por su supuesta falta de apoyo adecuado contra los militantes vinculados tanto al Qaeda como al grupo Estado Islámico.
El domingo se reportaron motines en varios campamentos militares, en la capital, Uagadugú, y en las ciudades del Norte de Kaya y Ouahigouya.
Los disturbios siguieron a meses de protestas contra el gobierno que exigían la renuncia del presidente.
Los ataques de militantes que comenzaron en 2015 se han cobrado más de dos mil vidas y han obligado a 1,5 millones de personas a abandonar sus hogares, según estimaciones de Naciones Unidas.
La confianza pública en la gestión de la crisis de seguridad por parte del presidente decayó drásticamente después de un ataque en la aldea norteña de Solhan en junio de 2021.
Más de 100 personas murieron en el ataque atribuido a militantes que habían cruzado desde Mali.
Un intento de golpe en 2015 dejó a los militares profundamente divididos. Kaboré fue electo por primera vez ese año con el compromiso de unificar el país.
Sin embargo, militantes de la vecina Mali -donde una insurgencia separatista en 2012 fue secuestrada por yihadistas- llevaron a cabo un ataque en la capital de Burkina Faso mientras Kaboré se preparaba para tomar el mando.
Grupos armados aprovecharon la débil presencia de seguridad en las zonas fronterizas expuestas de Burkina Faso para lanzar más ataques y afianzar su presencia.
Los yihadistas también han desencadenado tensiones sectarias entre las comunidades cristianas y musulmanas que antes coexistían en Burkina Faso.
Los militantes se han aprovechado de la escasa presencia estatal y la falta de apoyo humanitario, que han dejado a las comunidades vulnerables al reclutamiento.