Ciudad de México entierra las corridas de toros tradicionales

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En un hecho histórico, la Ciudad de México ha prohibido las corridas de toros tradicionales, eliminando la posibilidad de herir o matar a los toros en espectáculos públicos. Con 61 votos a favor y solo 1 en contra, los legisladores capitalinos aprobaron una ley que da paso a una “tauromaquia sin violencia”, en la que los toreros podrán usar únicamente capotes y el tiempo de participación de cada toro será limitado.

 

La medida, respaldada por la presidenta Claudia Sheinbaum y promovida por la alcaldesa Clara Brugada, busca equilibrar la tradición taurina con una visión más moderna sobre el bienestar animal. Xóchitl Bravo Espinosa, legisladora que impulsó la iniciativa, enfatizó: “Mi corazón siempre late por el bienestar de los animales”, señalando que la propuesta también consideró el impacto económico en quienes dependen de la tauromaquia.

 

Sin embargo, el sector taurino ha calificado la decisión como un ataque a la “tradición cultural más arraigada en el país”. La Plaza México, la más grande del mundo, afirmó que la medida “desvirtúa por completo la esencia de la tauromaquia”. Cuatro grupos taurinos anunciaron que continuarán luchando por la preservación de su práctica, mientras que Tauromaquia Mexicana anticipó impugnaciones legales.

 

A nivel histórico, las corridas de toros en México datan de 1526, pero han enfrentado una creciente oposición en décadas recientes. Desde 2013, cinco estados han prohibido la práctica, y la capital se suma ahora a esa tendencia. En 2019, 168 toros fueron sacrificados en la Plaza México, según datos legislativos.

 

Los defensores de los derechos animales celebraron la medida, aunque consideran que el cambio es insuficiente. “La tauromaquia sin sangre es solo el principio”, afirmó Animal Heroes, organización que lucha por la abolición total de estos espectáculos.

 

En un plazo de siete meses, el gobierno de la ciudad deberá definir un nuevo reglamento taurino, integrando las posturas de todos los actores involucrados. Mientras tanto, la tauromaquia tradicional enfrenta un nuevo golpe en su larga batalla entre cultura y derechos de los animales.