Los narcotúneles suelen estar ocultos en pequeñas fincas, modestas casas y bodegas a lo largo de los 3 mil 152 kilómetros que mide la frontera entre México y Estados Unidos.
Custodiados por hombres armados o perros guardianes, los pasadizos por los que fluyen drogas, armas y personas tienen un sello inconfundible: la marca de Joaquín El Chapo Guzmán, quien hace 30 años, en el pueblo de Agua Prieta, Sonora, construyó su primer narcotúnel dentro de una bodega en el estado de Sonora, que desembocaba en otra bodega de la ciudad de Douglas, en Arizona, Estados Unidos.
Joaquín El Chapo Guzmán escapó por el baño de su celda en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en 2015, y recorrió más de un kilómetro a través de un túnel construido por sus ingenieros; lo que hace presumir a las autoridades que detrás de los corredores subterráneos está el Cártel de Sinaloa.
Siete años después de aquel suceso, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reporta que ha localizado 14 narcotúneles fronterizos desde 2016. A través de mecanismos de transparencia, las autoridades castrenses informaron que Tijuana es la ciudad favorita para los constructores de narcotúneles, ya que ahí se han localizado seis de estos pasadizos.
Dos de estos corredores subterráneos fueron asegurados recientemente. El primero de ellos fue localizado el 18 de mayo en el interior de una finca supuestamente abandonada, ubicada en la calle Sor Juana Inés de la Cruz, en la colonia Nueva Tijuana.
El segundo fue construido en otra finca ubicada a menos de 50 metros de la primera, en la misma calle, el 8 de junio pasado.
De acuerdo con reportes oficiales, ambos miden alrededor de 300 metros de largo y están ubicados a unos 25 metros de profundidad.
Fueron confeccionados con vigas de acero para evitar que se derrumben; cuentan con rieles para permitir la movilidad de carritos de acero, energía eléctrica, lámparas y ventilación.
Con información de Milenio