Jaque a la economía

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La economía de Yucatán está resintiendo más que otras los cierres de negocios y las restricciones de movimientos provocados por la epidemia. Su aparato productivo es muy sensible a los efectos de la cuarentena debido a que sus puntales son los sectores más vulnerables a la paralización, como comercio, servicios y turismo, asegura el Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY)

Vivimos una crisis sin precedentes. La pérdida de vidas humanas y la destrucción de la actividad económica nos exigen compromiso y responsabilidad, apunta Fernando Ponce Díaz, presidente de Coparmex, quien señala, una vez más, que mientras se trata de desactivar la crisis sanitaria hay que esforzarse en paralelo en buscar una estrategia eficaz de recuperación económica y social.

Y en este contexto, es indispensable disponer de información veraz, añade. “No sabemos bien lo que está pasando, los reportes federales no son confiables y empeoran las cosas”.

Además, continúa, no sólo abundan los datos falsos y las mentiras, que se propagan tan rápido como el virus, sino que por la pandemia se han hecho a un lado temas fundamentales.

Para contribuir con el objetivo de ofrecer información verdadera que ayude a la gente y a las empresas a tomar mejores decisiones, el Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY) prepara nuevos informes sobre la situación del Estado.

“Partimos de la base de que la crisis sanitaria debe encararse sin ignorar que hay otros problemas urgentes que no han desaparecido”, sentencia Ponce Díaz, al presentar, acompañado de Amenoffis Acosta Ríos y Eduardo Espinosa Corona, vicepresidente y director de Coparmex, respectivamente, dos nuevas entregas del CCY.

Data Coparmex

La primera es el análisis de Data Coparmex, un compendio de 10 indicadores que pone a la luz los retos de los estados en economía, seguridad y corrupción.

Los resultados revelan que la epidemia ha vuelto muy pesimistas a los empresarios yucatecos, ha minado su confianza y su ánimo para invertir.

Los indicadores son creados a partir de dos fuentes: encuestas a socios de Coparmex y datos del Inegi y se dividen en tres bloques: Economía, Estado de Derecho y Gobierno.

“Lo que vamos a ver es qué está pasando en Yucatán en comparación con hace unos meses y con la situación del resto del país”, indica Acosta Ríos.

1. Confianza empresarial

A consecuencia de la contingencia sanitaria, durante el último trimestre la confianza de los empresarios yucatecos registró contracciones pronunciadas, de acuerdo con este indicador, que monitorea el optimismo del sector privado respecto a la actual situación económica. Los valores van de 0 a 100 y por arriba de 50 se consideran optimistas.

“Desde que comenzó el período Peña Nieto-Rolando Zapata hemos visto valores negativos, pero con la 4T la confianza se ha desplomado de manera dramática y hoy está por los suelos”, apunta Amenoffis.

“Yucatán aparece con 16 puntos, dos debajo del promedio nacional, lo que quiere decir que las expectativas de los yucatecos son de las más pesimistas en el país. Es decir, la crisis sanitaria nos ha golpeado más que a otros estados en todos los sentidos: no sólo en salud, sino también en términos de economía y negocios”.

2. Ánimo para invertir

Tan inquietante como lo anterior es que se esfumó el ánimo para invertir que había antes de la pandemia. “Este indicador mide concretamente el porcentaje de empresarios que piensa que se debe invertir ahora. Se diferencia de la confianza empresarial en que se refiere al tiempo presente”, explica Acosta, director del Centro para la Competitividad de Yucatán.

El descenso muestra con claridad los efectos del Covid-19: en la primera encuesta, el ánimo para invertir fue del 49%, por encima del 40% de la media.

“Estábamos más ‘entrones’ que el resto del país. Sin embargo, el ánimo se desplomó al 34%… ahora somos de los que tienen menos ganas de invertir”.

“Es evidente que el impacto del Covid es más agudo aquí que en otros estados. Este dato extremadamente bajo revela un panorama de retos para el crecimiento económico”.

3. Una sola economía

Este indicador, que mide el crecimiento de la economía formal, acumula evidencia sobre la fuerza destructora de la epidemia. “La economía yucateca mostraba un mejor desempeño que la nacional desde 2010. Nos iba mejor y cuando nos iba mal, nos iba menos mal”.

“Vemos ahora que la brecha abierta por ese dinamismo, que a finales de 2019 llegó a ser notable, se ha estrechado. Nuestra economía decreció —0.3% en el segundo trimestre, prueba de que se está deteriorando al mismo ritmo que la nacional”.

4. Empleo formal

En este indicador —uno de los más sensibles, ya que señala el porcentaje de trabajadores que tienen empleos con prestaciones—, Yucatán sale mal parado: seis de cada 10 trabajadores (61%) está en la economía informal, uno de los peores porcentajes del país.

“Históricamente, el porcentaje de trabajadores yucatecos que tienen una relación laboral reconocida y que hacen cumplir sus derechos ha sido menor que la media nacional, lo que es muy grave por múltiples razones. Y más ahora, en el contexto de la epidemia, ya que quienes están en el mercado informal están desprotegidos”.

“Es un tema viejo. Ha estado en las propuestas de campaña desde hace 20 años, pero no ha ocurrido nada relevante”.

5. Mejores empleos

Se refiere al porcentaje de trabajadores que ganan un salario que les permite cubrir la línea de bienestar familiar, el equivalente a dos canastas básicas.

Más allá de saber cuánta gente tiene empleo, muestra cómo está el nivel de bienestar salarial. Yucatán, con cuatro puntos por encima del promedio, aparece ubicado en el 8° sitio nacional: 57% de sus trabajadores con un empleo formal gana suficiente para mantenerse a sí mismo y a un familiar.

6. México sin corrupción

Después de tres mediciones a la baja, el porcentaje de empresarios yucatecos que han tenido que pasar por episodios de corrupción en sus trámites repuntó al 34%, seis puntos más que en mayo pasado. Por primera vez desde 2018, la entidad tiene el mismo porcentaje que el promedio nacional.

Pese a esto, el gobierno de Mauricio Vila ha estado siempre por debajo de los niveles de corrupción percibidos en la administración anterior.

7. Más seguridad

Según este indicador, cuatro de cada 10 negocios yucatecos ha padecido el ataque de la delincuencia en fechas recientes, lo que parece contradecir los datos sobre el clima de tranquilidad que se respira en la entidad.

Lo que pasa es que la medición no toma en cuenta la gravedad de los casos, explica Amenoffis. Mientras en otras partes los delitos implican violencia, en la entidad lo que predomina es el robo hormiga. “En porcentaje estamos cerca de la media, pero la gravedad no es la misma”.

8. Dinero prófugo

Reporta el dinero público que no se ha podido recuperar o aclarar ante la Auditoría Superior de la Federación. Sólo incluye al gobierno de Zapata Bello, porque aún no hay información oficial suficiente para evaluar la administración actual.

Yucatán está con tonos oscuros porque hay unos $2,000 millones que no se sabe a dónde fueron a parar. “No quiere decir que se los hayan robado, pero el gobierno anterior no ha podido comprobar cómo fueron ejercidos”.

El director del CCY tampoco está muy de acuerdo con esta medición, ya que no considera el presupuesto de cada estado. “No es lo mismo que se pierdan $2,000 millones en Chihuahua, que tiene un presupuesto de $90,000 millones, que en Yucatán, que sólo cuenta con $40,000 millones. Con este matización, la cifra por aclarar, que de por sí es grande, se vuelve escandalosa”.

9. Marcaje a mi gobierno

Poco que decir de este apartado —que se refiere al porcentaje de socios de Coparmex que califica si su gobernador cumple con el trabajo para el cual fue electo—, más que Vila Dosal, que siempre había estado abajo de los índices de aprobación con que terminó su antecesor, en la última medición dio un gran salto —pasó de 65 a 72%— para rebasarlo.

10. Mi deuda sin sentido

Mide el monto de la deuda pública por habitante y su nivel de sostenibilidad, un tema del que se ha hablado mucho en Yucatán recientemente.

Pese a que el monto se ha ido incrementándose con cada administración —hoy se deben $1,573 por habitante—, la deuda del Estado está en semáforo verde, aún es sostenible.

Sin embargo, no se incluye todavía el préstamo de “Yucatán Seguro”, de $2,620 millones, aclara Amenoffis.

La deuda per cápita subirá a $2,822, seguirá en semáforo en verde, aunque Yucatán pasaría del lugar 7 al 13 en el listado nacional.

“Un último detalle: la epidemia de Covid y los recortes federales cambiaron el criterio de endeudamiento. Es casi seguro que todos los estados cierren sus ejercicios con déficits y en esa posición, deber lo que sea es mucho, porque no hay recursos para cubrir el compromiso”.

Como primera conclusión, el licenciado Ponce Díaz observa que en el plano general predominan las sombras en el país, lo que significa que el desempeño de las actuales autoridades federales está dejando mucho que desear.

En cuanto a Yucatán, prosigue, “el informe nos da una idea del tamaño de los retos que nos esperan y del trabajo que tenemos que hacer como sociedad para afrontarlos en mejores condiciones”.