Por: Enrique Pérez Polanco
En la actualidad el orgullo yucateco por la identidad, nos hace enarbolar cualquier distintivo que represente el cariño que como oriundos o avecindados en Yucatán sentimos por esta hermosa tierra que nos ha dado a manos llenas a sus habitantes una incalculable fuente de tradiciones, manifestaciones socioculturales e historias que nos definen como un pueblo que ama la cultura, el progresismo y bienestar, nacido de un pasado latente de amplios abusos a la población maya y mestiza, orquestada por unas cuantas familias y una estructura económica que a conveniencia han promovido el separatismo de las políticas nacionales en un intento de perpetuar sus beneficios personales sobre los avances sociales en otras latitudes de la república.
El Separatismo como herramienta política para aislar a Yucatán
En sus orígenes la Bandera y el separatismo Yucateco surgen como resultado de un largo proceso de disputa política entre los liderazgos de la ciudad de Campeche (más progresistas pero del lado del centralismo federal) localidad que aún formaba parte de Yucatán, y los políticos mayoritariamente conservadores separatistas de Mérida (la capital), derivando en un rechazo al centralismo progresista que había tomado las riendas del país en la cuarta década del Siglo XIX; bandera estrellada y tricolor que ha sido utilizada en diferentes momentos como elemento representativo diferencial al discurso nacional, misma que más recientemente fue utilizada en aras de perpetuar el conservadurismo en Yucatán que representaba la alianza antinatural PRI-PAN, herederos y empleados de “la casta divina”, la misma que otrora impulsara el mismo lábaro para intentar conservar sus privilegios, hasta la verdadera restricción de sus intereses mañosos con la llegada del progresismo que impulsó Salvador Alvarado más de medio siglo después de que fuera izada en el palacio municipal; seguido de Carlos Castro Morales, líder ferrocarrilero que sucede a Alvarado en el poder y quien organiza las elecciones en las que gana Felipe Carrillo Puerto, quien después de su magnicidio fue sucedido por José María Iturralde y Traconis (el “Gran Kanxoc”) caudillo originario de Valladolid. Ningún líder progresista de finales del siglo XIX o principios del XX utilizó esa bandera hasta la llegada de Víctor Manuel Cervera Pacheco quien hábilmente rescató la identidad separatista de Yucatán, para manifestar una postura mediática y política frente al panismo en ascenso y el gobierno federal encabezado por Vicente Fox Quezada, cuando el PRI y el PAN aún eran agua y aceite en la entidad.
El nuevo himno yucateco y la opacidad en el proceso de reforma
El Himno del Estado de Yucatán fue adoptado por un decreto oficial el 15 de septiembre de 1868. Está inspirado en el triunfo de la República Mexicana sobre el Imperio Francés en la Batalla del 5 de Mayo y en la invasión estéril liderada por los conservadores mexicanos que terminaron por traicionar a los Habsburgo, regentes que traían consigo ideas progresistas que no fueron del agrado de quienes creyeron serían favorecidos con la desaparición de la Republica. El coro fue escrito por José García Montero (Abogado, Poeta, fabulista y dramaturgo que podría considerarse el autor del teatro cómico regional yucateco). La mayoría de la letra del Himno Yucateco, fue compuesta por Manuel Palomeque Solís, integrante de un grupo de liberales que impulsaron la causa progresista como el médico y político Agustín O’Horan E., así como su maestro, el ilustre abogado, escritor y empresario don José Antonio Cisneros. Así mismo, requerirá arreglos y adecuaciones a la música que acompaña la letra referida que es autoría del ilustre músico y pedagogo yucateco José Jacinto Cuevas.
Esa es la rica historia que nos negamos al aceptar pasivamente el cambio de tan importante elemento cultural, sin entender la pluralidad de factores históricos por los cuales no debe ser un hecho aislado de la opinión pública la instauración de un himno nuevo.
La pregunta es… ¿Es posible que en la Era de la conectividad y de la participación social mediante herramientas digitales como las Redes Sociales, la voz y apropiación de los ciudadanos no sea considerada en el proceso de reforma de un símbolo cultural tan importante?… Desde la perspectiva de muchos analistas, bajo el argumento de que el Himno Yucateco es anacrónico y que no se menciona directamente a Yucatán o sus elementos identitarios, es que el gobierno actual implementa un proceso para reformar la letra que en otro tiempo plasmaron artistas que ya no están en posibilidad de defender la integridad y autoría de su trabajo literario. El proceso que se perfila como una impronta al vapor para intentar “pasar a la historia”, ha recibido críticas muy puntuales en varios foros, grupos de whatsapp, medios impresos y digitales donde investigadores y versados en temas artísticos y patrimoniales como Domingo Rodríguez Semerena, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de este cambio trascendental para las personas de Yucatán y estar atentos al proceso.
La modificación al Himno Yucateco ha generado importantes discusiones en lo publico tanto como en lo privado, sobre las aristas que dan forma a un certamen custodiado por personas que ya no representan propiamente a la sociedad yucateca o al menos a amplios sectores de la misma, y que están a todas luces alineados con legitimar un proceso emanado de una convocatoria débil y un favoritismo al estilo blanquiazul, que dejó fuera de la posibilidad de que la ciudadanía participara activamente no solo en la presentación de propuestas literarias o musicales realmente novedosas, sino que así mismo, tampoco pudieron los ciudadanos participar en la selección de la misma, hasta llegar a un consenso social o apropiación que dé vida y razón a la modificación de tan importante elemento patrimonial. No es la primera vez que los conservadores abonan por un separatismo estéril. Al parecer ésta será una tarea más para corregir desde el nuevo congreso de Yucatán.
El centenario olvidado por la derecha en Yucatán
En el marco de la reflexión sobre nuestros elementos de identidad, a todas las autoridades y medios de comunicación les faltó hacer eco del centenario del aniversario luctuoso de Salvador Alvarado como bien señaló el investigador y académico Carlos Pérez y Pérez en su artículo “Salvador Alvarado a un siglo de su asesinato” publicado en Noticaribe Peninsular, del cual reproduzco una parte:
“La conmemoración en marzo de 2015 del Centenario de la llegada del general Salvador Alvarado a Yucatán, puso de manifiesto que a diferencia de otros hechos históricos que se recuerdan básicamente un solo día, el del arribo del alvaradismo al estado de Yucatán, no podía celebrarse únicamente el día en que se cumplía el siglo de tal hecho… pues su entrada a la ciudad de Mérida el 19 de marzo de 1915, no significó nada más que la llegada de una parte del ejército carrancista a la Península; lo importante es lo que trajo de beneficio a Yucatán y al país la llegada a la entidad del líder de dicho ejército, general Salvador Alvarado.”
Para concluir, afirmo que la apropiación histórica y cultural es una más de las estrategias de dominación que debemos visibilizar, para procurar establecer trincheras que defiendan a ultranza el arte y la cultura como un pilar indiscutible del bienestar social. Citando al investigador Mariano Escobedo Ávila “La derecha es capaz de robarle todo al pueblo, incluso sus héroes, símbolos y emblemas”.